CAJÓN DESASTRE: Mi abuela

Mi abuela. 

Mi abuela no es una persona normal. No es esa abuela que tú te encuentres en cualquier casa. No. Mi abuela es una supermujer. Una superabuela. Una supermadre. Y desde hace casi dos años… una superbisabuela.

Mi abuela me llama a la hora que sea (le da igual porque no entiende de horarios) y te dice: Neniña, ¿como estás? Y os juro que me da igual como haya ido el día. Sólo oír eso es suficiente. Mi abuela tiene una voz preciosa. Siempre la tuvo. Una voz que calma y ayuda a respirar. 

Mi abuela aparece siempre cuando más la necesitas. ¿Sabes ese momento que estás hecha una mierda pero no quieres decírselo a nadie cercano para que no se pongan ellos mal también? Pues con mi abuela esas cosas no funcionan. A ella le sobra un segundo para abrazarme y preguntarme que qué está pasando. Y claro,al decirle nada se ríe. Se ríe porque sabe más de mí que yo.

Mi abuela tiene unos ojos a prueba de bombas nucleares. Por ellos han pasado muchos años, muchas tristezas, y muchas catástrofes. Y de todas ha salido. Y la ves ahí, en el sofá, dedicándote la sonrisa más sincera del mundo… y claro, ¿cómo no presumir de ella? Y digo sincera porque no tiene otra. Ella no entiende eso de los selfies, las sonrisas forzadas y el aparentar. No sabe lo que es, y estoy segura de que no quiere saberlo. 

Mi abuela tiene el alma más bonita que existe. No queda gente así. Cuando una persona tiene poco, y aún así, te lo da absolutamente TODO, es digno de admirar. Bendita mi suerte. Nuestra suerte.

Mi abuela es preciosa. Es como una muñeca de porcelana de esas que ella colecciona por la que parece que los años no pasan. Tiene arrugas, claro que las tiene, y cada una de ellas es una nueva forma de salvarme. De todo. Ella si que mataría monstruos por mí…

Mi abuela y yo tenemos una forma extraña de decirnos que nos queremos. Se lleva acercando a mí 23 años y siempre tuvo la misma forma de contarme algo tan importante. Llega a dónde esté, me abraza, me aprieta muy muy fuerte y suelta:

+Sabes que no te quiero nada nada ¿no?
-Sí, ya lo sé, ni yo a ti tampoco, ¿o que te piensas?
+Buf, pero nada nada, ni a ti, ni a tus hermanos, ni a nadie. Nadiña…

Y rara es la vez que no se le escapa la lágrima, pero siempre acompañada de esa sonrisa pilla. La misma que a pesar de todo, nos sigue dando toda la tranquilidad que necesitamos. 

Mi abuela es el atardecer más bonito que he visto en la vida. Mi abuela es el mar de Santiago. Mi abuela es la acción poética que todos querrían poner en los muros de sus calles. Mi abuela es corazón. Mi abuela es el pretérito siempre perfecto. A mi abuela…

La he visto llorar. La he visto perdida. La he visto preocupada. La he visto dolida. Pero la he visto reír a carcajadas, la he visto ilusionada, la he visto llena de esperanza. La he visto luchar. Y la he visto feliz. La he visto feliz. La he visto feliz.

Y lo único que quiero, es que mis ojos puedan seguir observando detenidamente el final del penúltimo párrafo.





Nos leemos pronto… ¡Apertas!

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